Anoche la vi por primera vez en muchos años. Parecía desdichada. Se había teñido el cabello para esconder su verdadero color, de la misma forma que su aspecto descuidado escondía una infelicidad profunda. Necesitaba conversar de modo que nos fuimos a caminar. mientras yo pensaba en el futuro y en los formularios de admisión a diversas universidades que me habían llegado recientemente, ella pensaba en el pasado y en el hogar recién abandonado. Me contó sobre su enamorado y yo percibí una relación dependiente con un hombre dominante. me contó que consumía drogas y yo reduje que su consumo era una vía de escape . me hablo de sus metas y yo vi que sus sueños eran poco realistas. Me dijo que necesitaba una amiga y yo me llene de esperanza, pues al menos eso le podía dar.Nos habíamos conocido en segundo de primaria. A ella le faltaba un diente, ami me hacían falta mis amigos. Yo acababa de atravesar todo el continente para encontrarme en la inhóspita puerta de mi nuevo colegio, con unas caras frías y burlonas y unos columpios metálicos igualmente fríos. e pedí prestado su cuento de Archi, aunque poco me gustaban los cuentos. Ella me lo presto aunque poco le gustaba compartir. Tal vez ambas buscábamos una sonrisa. Y la encontramos. También hallamos con quien bromear hasta la madrugada, con quien sorber chocolate caliente en los fríos días de invierno cuando suspedian el colegio y nos sentábamos juntas frente al ventanal, para ver caer incesantemente la nieve.Un buen día de verano, mientras nos bañábamos en la piscina, me pico una abeja. ella me tomo de la mano y Me dijo que no me dejaría sola, y que si quería, podía llorar. Y yo comencé a llorar.En otoño amontonábamos hojas y nos turnábamos para saltar sin temor algún pues sabíamos que el multicolor colchón amortiguaba nuestras caídas.Solo que ahora ella se había caído sin que hubiese alguien para sostenerla. No habíamos hablado en meses, no nos habíamos visto en años. Yo me trasladé a California, y ella se había ido de la casa . Nuestra experiencias, que se fueron dando a cientos de kilómetros de distancias que la que nos había separado. Sus palabras me alejaban de ella, pero en sus palabras percibía sus anhelos. Ella necesitaba apoyo en búsqueda para renovar fuerzas e iniciar de nuevo su vida. Ella, ahora mas que nunca, necesitaba de mi amistad. De modo que la tome de la mano y le dije que no la dejaría sola, y que si quería, podía llorar. Y así lo hizo.
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